-TODO PASA-


Somos adictos a saltarnos etapas en nuestras vidas y a querer que los momentos malos desaparezcan lo más pronto posible, y que los buenos duren para siempre y esto tiene toda una lógica ¿A quién le gusta estar mal?. ¿Y a quién no le gustaría congelarse en los buenos momentos?

Pero nos olvidamos de que la vida son procesos, y que cada etapa tiene pasos a seguir y características por cumplir. Por ejemplo no podemos disfrutar del otoño, sin antes haber vivido la primavera y el verano.

Por más que seamos más afines a ciertas estaciones, me gusta mucho el verano, pero de verdad el otoño y el invierno me fascinan. No puedo vivir unas sin las otras.

Cada evento que va ocurriéndonos nos va preparando para la siguiente etapa que nos toca vivir, claro que no lo entendemos hasta que ya estamos en ella.

Pero cuando te corren de un trabajo, o terminas una relación, sufres alguna enfermedad, te distancias de algún familiar  o simplemente estás en una etapa en que no sabes ni qué es lo que quieres y sientes que nada encaja.

Cuando pasa y todo se empieza a acomodar entiendes que todo lo anterior tuvo que ocurrir justo de la forma en que sucedió para que llegaras al punto en el que estás ahora.

Creo que algo que me costó mucho trabajo asimilar en mi vida fue, que todo pasa. Sí, lo malo, pero también lo bueno. No vivimos en una constante y eso es lo que hace divertida la vida.

Y siento que cuando lo entiendes es cuando realmente aprecias los momentos, cada uno de ellos, porque valoras lo únicos que son.

Gracias a Dios hay momentos en los que estás un poco más equilibrado y se sienten como más constantes y si eso es en positivo, pues nada que estás viviendo un gran momento.

Y aún así habrá aspectos en los que no estés tan bien. Lo mismo pasa cuando no estás equilibrado, y también es una constante. Y entonces sientes que estás en tu peor momento.

Sin embargo resulta que tanto lo bueno como lo malo pasaran, y vendrán más cosas, buenas, otras malas, algunas simplemente regulares, y está bien, es parte de la vida, se vale, lo interesante es cómo vamos afrontando cada etapa.

Yo suelo ser si les soy bien honesta bastante desesperada, digamos que la paciencia no es mi fuerte. Pero a base de madrazos he tenido que aprender a controlar mi impaciencia.

Un aspecto positivo es que amo disfrutar mi momento y si este es bueno, vaya que con mayor razón.

Y saben no es tan complicado, la felicidad llega cuando dejas ir las comparaciones, cuando no compites contra nadie, solo intentas ser mejor persona que ayer.

Cuando dejas los juicios y el enojo, los remordimientos, las preocupaciones, la culpa, las excusas, el miedo.

Una vez que decides disfrutar de tu día a día sin más. Prestando atención a lo realmente importante, es que cambias realmente y das un giro a tu vida de 180 grados.

Y así te das cuenta que te reconectaste y gozas el reír a carcajadas hasta que te duele la panza, lloras y no te preocupa hacerlo, fracasas y entiendes que es parte de la vida, y que eso también lo superarás.

Al final todo radica en instantes y en nada más.

Cuando agradeces todos los días por tener salud, cuando valoras y te valoras, haces un esfuerzo constante y diario por reconocerte y aceptarte tal cual eres, siempre con la mira de cada día ser mejor. Estás en el camino del equilibrio, que vaya que es sinuoso y complicado, pero sin duda es de lo que más vale el esfuerzo.

Aprendamos a cambiar las palabras el como nos expresamos, lo que nos decimos a nosotros mismos y a los demás tiene eco, el universo escucha. Las palabras importan.

Regla uno en una buena comunicación: no supongas. Mejor pregunta, trata de ser lo más claro, se buen escucha. Al final vuelve a cuestionar que fue lo que se entendió de lo que dijiste.

No tenemos idea de las muchas veces que para nosotros nuestro punto se dijo de forma más que clara, y no se entendió de ese modo.

Hablemos cuando sea el momento y si sientes que no lo es, entonces deja que las cosas fluyan. Para que cuando realmente te comuniques lo hagas con habilidad.

Como bien dicen por ahí es mejor decir lo que no nos parece, sin acúmulos y sin enojos. Al final de lo que se trata es de ir construyendo relaciones satisfactorias.

Que buen valor y que gran virtud esa de agradecer todos los días, Y hay tanto por qué hacerlo: por tener salud, por los amaneceres y atardeceres, por nuestro trabajo, por la familia, por las personas que nos rodean, por aquellos que nos retan. Por las cosas que nos gustan, por los placeres culposos, por la música, los libros, lo que nos hace reír y disfrutar.

A esas personas que nos hacen bien, que nos mejoran sin siquiera proponérselo. Un doble gracias. Definitivamente nos llenan el alma, y son incondicionales.

Eduquémonos a decir que no, a alejarnos de todo aquello que no nos hace bien, más en los momentos que nos sentimos como cubos de Rubik que cuando por fin logras acomodar un lado, te das cuenta que todo lo demás está brutalmente desordenado.

Seamos pacientes con todos, pero más con nosotros mismos caray. La vida no es una constante, son miles de líneas, de puntos que se unen, de altibajos y de momentos realmente buenos, y de otros que sientes que no los podremos superar, pero adivinen qué, hasta esos pasan.

Al final es en la tranquilidad, en esa paz que te hace sentir plena y feliz.

Gocemos cada instante, valoremos, agradezcamos y si tenemos suerte dejemos la suficiente huella, como para que cada que alguien nos recuerde lo haga con una sonrisa.

Gracias por seguirme en esta aventura y leerme. Si les gustó este post compártanlo en sus redes sociales para que más personas se enteren.

MJBDU

Comentarios

Unknown dijo…
Alejar los malos pensamientos es clave para saber disfrutar el hoy.

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