-ASÍ SIN MÁS-


Este año me propuse desde antes de empezarlo que iba a tratar de simplificar mi compleja y complicada personalidad. Y la verdad es que sentía que no había estado teniendo mucho éxito. Hasta que empecé a cambiar la perspectiva de la palabra simplicidad.  

Con todo lo que está sucediendo en el mundo, después de demasiados días de encierro y tomando en cuenta que hay días que son sumamente abrumadores, a pesar de que pueda parecer que no estamos haciendo nada.  

Empecé a percatarme de que la simplicidad también radica en, aceptar todo lo que me va sucediendo. Sí, los días buenos, malos los regulares, el cachar que todo lo que está pasando en el mundo, en el país, va logrando un impacto en mi vida, y afecta e influye para bien o para mal.  

Hace unos días platicando con un amigo le decía que sin siquiera proponérselo me hacía bien. Y es que sí,  hay personas, cosas, mascotas que sin siquiera proponérselo nos simplifican, nos hacen salir de nosotros, de lo cómodo, de lo que siempre nos ha funcionado, de los viejos hábitos y nos provocan una sensación de bienestar, lo que nos hace bien, así sin más complicación. 

A ese tipo de personas hay que atesorarlas el tiempo que dure que te provoquen eso. Porque si algo tengo claro en mi vida es que nada es permanente y todo es trabajable. 

Tengo 38 años y entre más convivo con las personas, más me doy cuenta que, justo lo que necesito es eso: complicidad, simplicidad, que no te juzguen, que te acepten como eres, que puedas platicar de lo que sea y haya un real interés,  sin una opinión, sin un consejo, sin un juzgar, punto. 

La gran mayoría hoy en día somos parte de las redes sociales, y ahí es donde más se ve el fenómeno del juez. Nos vamos creyendo con el derecho de opinar, de juzgar, de decir, qué es lo mejor o lo peor. 

Un mantra en mi vida cada que me gana la tentación de opinar, uno; en algo que no me interesa, dos; en algo que no me han pedido mi opinión (más si mi comentario no va a ser positivo) es: ¿Qué fregados me importa? NADA, entonces sigo de largo.  

¿Por qué caramba me tengo que estar metiendo en cosas que no me corresponden o dando consejos que no me han pedido, o diciendo comentarios que quizá van a hacer sentir mal a alguien. Quién me creo?

Al final la vida son dos días como para estarlos complicando donde no es, donde no nos valoran, donde no te sientes cómodo, o donde no te gusta estar, o no te gusta trabajar o con quien no te hace bien o feliz.  

Las relaciones cualesquiera que estas sean, se construyen en el respeto y en el afecto mutuo. Si no está siendo de esta forma no es simple, y si no es simple te complica y seamos honestos lo complicado da flojera. Como diría Leonardo DaVinci “La simplicidad es la máxima sofisticación”  

Así que vayamos simplificándonos a través de pequeños detalles y  gustos como: tu café favorito con tu pan de dulce favorito, atardeceres, darte  un abrazo de la persona que te reinicia, una charla con tu mejor amiga u amigo, un beso con esa persona que te gusta. O el disfrutar la simplicidad de alguien que no se siente, que te hace reír. O de una mascota que siempre está ahí para ti de manera incondicional.

El permitirte ser y estar así tal cual, con todas y cada una de las peculiaridades que te caracterizan, escuchándote y dándote espacio a poder ser en tus días buenos, malos y regulares es un acto de simplicidad.

Porque muchas veces juramos que lo más elaborado es lo mejor, cuando en la simplicidad está la verdadera belleza y felicidad.  

Sí, pensemos en esos momentos lindos que te han dejado sin aliento, en esas personas que se volvieron inolvidables, en esos lugares que son mágicos, estoy segura que detrás de cada uno de ellos, está la simplicidad.  

La simplicidad quizás de un atardecer, de una frase que te marcó, de un beso que te cambió o de una persona que hizo una línea en tu vida entre un antes y un después de conocerla.  

Siento que si aprendemos a atesorar cada suceso que nos va sucediendo con el debido respeto y gratitud que nos provoca, entonces realmente empezaremos a valorar estos dos días que tenemos prestados como lo que son, justo eso, un préstamo que en cualquier momento puede terminar.  

Esta simplicidad no implica solo cosas positivas, seamos simples hasta para enojarnos, y después reconciliar, no ser rencorosos y realmente entender que no pasa nada por discrepar y por no estar bien siempre.  

A veces queremos que todo sea perfecto, y es justo en la imperfección en donde radica el aprendizaje y el crecimiento. 

Seamos tan simples como nuestro día a día nos lo vaya permitiendo, y disfrutemos caray, que la vida son dos días. 


Gracias por seguirme en esta aventura y leerme. Si les gustó este post compártanlo en sus redes sociales para que más personas se enteren.


MJBDU

Comentarios

Anónimo dijo…
Memorable ! Mucho queda por reflexionar

Entradas populares